En los más de 13 años que llevo haciendo psicoterapia, me ha tocado trabajar con incontables parejas que han pasado por una –o más de una- infidelidad. Y es que la infidelidad existe desde que inventamos la monogamia y en base a los estudios, parece ir en alza. Una vez que se descubre o se confiesa una infidelidad, la mayoría de las veces genera un terremoto emocional. Sin embargo, un gran número de parejas deciden seguir adelante y construir una nueva relación que valga la pena vivir. Si bien puede ser un proceso difícil, muchas parejas logran salir fortalecidas y llegan a (re) construir relaciones gratificantes y satisfactorias.
Por otro lado, hay ciertas dinámicas o conductas, que solo generan más daño y sufrimiento. En este contexto, hay cosas que podemos decir, que aumentan significativamente las probabilidades de empeorar la situación. Estas son algunas de ellas:
- Todo lo que implique eludir la responsabilidad de los propios actos. Esto se puede transmitir, por ejemplo, cuando se dice “lo que pasó” en vez de decir “lo que hice”, o decir “caí en una infidelidad”, cuando lo cierto es que nadie se cae o se tropieza accidentalmente con algo así. En este sentido, cuando se pide perdón, es mejor hablar de lo que hice y no de “eso que pasó”.
- Culpar al trabajo y el estrés, diciendo algo como: “no sé muy bien por qué pasó…en ese periodo estaba súper estresado en la pega y eso puede haber sido una forma de des-estresarme”. Con algo así, también se elude la responsabilidad, echándole la culpa a el estrés o el trabajo. Por otro lado, alimenta la duda sobre que podría ocurrir entonces, la próxima vez que esa persona se encuentre en una situación similar.
- Culpar al otro por no querer suficiente sexo: He sido testigo de personas que culpan a sus parejas por haber subido o bajado mucho de peso, dejar de preocuparse de la apariencia física, no querer tener tanto sexo como él o ella, no querer realizar ciertas prácticas sexuales, etc. Entiendo perfectamente el dolor que genera el rechazo sexual en la pareja, pero traerlo en este contexto como justificación, por lo general agrava la falta. Por otro lado, va en desmedro de la construcción de confianza, ya que es difícil confiar si la fidelidad del otro, depende de cuantos kilos estoy pesando.
- Negar como infidelidad lo que para el otro sí es: en este punto, sería recomendable que ambos supieran a priori, que es lo que cada uno considera como una infidelidad. Si partimos de la base de que cada pareja es un mundo, en el que idealmente confluyen dos mundos diferentes; entonces se hace evidente que el concepto de fidelidad/infidelidad puede variar de una pareja a otra.
¿Es infidelidad masturbarse en privado? ¿y si lo hago mientras estoy en un chat erótico anónimo? ¿y si el chat erótico no es anónimo, sino que es con una ex? Los límites se diluyen…
Es fundamental validar emocionalmente al otro independiente de si yo considero o no lo ocurrido como una infidelidad.
- Minimizar la importancia: decir cosas como “no fue nada” o “no tuvo ninguna importancia”, esperando tranquilizar o atenuar la emoción del otro, puede tener el efecto contrario. Al minimizar la relevancia –sobre todo en un primer momento- puede vivirse como una invalidación emocional importante. Sin embargo, más adelante podría ser positivo hablar sobre que significó esa persona y situación para cada uno.