Sexo Normal

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¿Cómo determinar lo que es normal en el sexo? ¿Y quién o quienes son los más adecuados para hacerlo? ¿Lo hacemos en base a un criterio estadístico, clínico, ideal, socio-cultural? ¿lo define la iglesia, el estado, la siquiatría, las farmacéuticas, el porno o los sexólogos de matinal?

 

Tomás y Paula llevan 32 años de casados, tienen 7 nietos y me preguntan una y otra vez que es lo normal. Cuando yo les pregunté a ellos lo mismo, me dijeron que depende…que no creen que exista algo como “lo normal” y que tiene que ver con los gustos de cada persona. Esto suena políticamente correcto, aunque prácticamente muy alejado a como lo viven en el día a día. En la sesión anterior se les salía a borbotones a cada uno, su propio modelo de normalidad:

Paula: yo lo único que quiero es tener una vida sexual como la gente; como debería ser… salir de la rutina, innovar un poco, nada de otro mundo…No creo que sea mucho pedir.

Tomás: yo pienso igual, pero no me parece lógico que a estas alturas de la vida, pretendas andar tirando como una lolita de 18.

Paula: ese es el problema y es que tu estas profundamente equivocado. Yo he leído mucho y también he conversado con amigas de mi misma edad, y hay muchas que no andan como lolitas de 18, pero lo pasan la raja. Eso es absolutamente normal!

Tomás: mira, lo que digan tus amigas me tiene bastante sin cuidado… cual es mas loca que la otra y no se que será eso que lees, porque yo también leo e investigo en fuentes serias, no en la Cosmopolitan…y te aseguro que tus ideas están muy fuera de lugar.

La conversación se transformo en una disputa de normalidades, en la que cada uno trataba por distintos medios de convencer al otro de su propia normalidad, de cómo las cosas deberían ser, de lo lógico o de una “verdad universal” Etc. Y junto con esta polarización que aumentaba en rigidez, sabiendo cada uno que estaba en lo correcto; necesariamente el otro tenía que estar equivocado, por lo tanto se esforzaban cada vez más en “hacerlo entrar en razón”. Ante la frustración de cada uno, comenzaron a dar hipótesis explicativas, tan rebuscadas como: “lo que pasa es que a Tomás se le murió su papá cuando era chico, entonces el tuvo que asumir muchas responsabilidades desde niño y de cierta forma fue reprimiendo el disfrutar o hacer cosas distintas…él es súper cuadrado y rutinario… él jamás vio a sus papás darse un beso o andar de la mano…en mi casa era todo lo contrario; mis papás eran súper pololos entre ellos y muy “de piel” con nosotros…todo esto, lo más probable es que le haya generado un trauma y por eso es así…”. Otras hipótesis frecuentes en situaciones como esta son: “ya no le gusto” “ya no me quiere” “no lo caliento” “tiene a otra” “es gay, pero no lo sabe” “lo hace para agredirme” “lo hace para llevarme la contra”.

Tomás y Paula lograron salir del entrampe al validar sus diferencias y entenderlas como visiones y necesidades distintas, pero no como el error del otro respecto a como debería ser la vida sexual normal de una pareja de su edad. Es desde ahí desde donde se puede generar una coordinación funcional al “nosotros”.

Estas nociones de normalidad no sólo corren para el sexo, sino que también para los roles dentro de la pareja, la relación con las familias de origen, la crianza de los niños, como se expresa el afecto o si en la semana comen todos juntos en la mesa del comedor o cada uno en su pieza en bandeja… La clave es manejar el conflicto desde la validación y entendimiento de las diferencias, no como la desviación de “la norma” por parte del otro.

imagen: twenty20.com

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