Resulta paradójico el como mientras más importancia le damos al cuerpo, más nos alejamos de él. Dejamos de habitarlo y nos desconectamos de los sentidos, para divagar en las ideas, y dentro de estas nos visita recurrentemente la preocupación respecto a las imposiciones relativas a la imagen. Las posibilidades del cuerpo y de los sentidos se ven adelgazadas por exigencias con sobre peso y obesas limitaciones. Todas estas aprisionando más a las mujeres; que por ejemplo al postular a un trabajo tienen claro que su curriculum tiene que ir acompañado de una excelente imagen –impresa o no- , y luego, si logran el ansiado puesto, tendrán que reservar un porcentaje significativo de su paga a mantenerla. Pero es probable que hacerlo no sea suficiente (ni factible), por lo tanto ahora puede acceder a multiples cirugías o intervenciones y/o a psicoterapia para esa autoestima que evidentemente se verá mermada. A la base está la postura omnipresente de que no podemos pasarlo mal ni por un momento y es que evidentemente hay un –subvalorado-sufrimiento asociado al no poder cumplir con los ideales de belleza (internalizados como ideales del YO), pero NO! Y bueno, si los ansiolíticos no sirven tal vez el bisturí sea la solución; al menos por un tiempo.